El ciclismo es un deporte de mediano riesgo que tiene connotaciones de diversión, esparcimiento, exigencia física y es además una modalidad popular de transporte. De allí la masificación del uso de la bicicleta que por su agilidad, libertad y contacto directo con el medio ambiente lo hace muy seductor.
Aprender a conducir una bicicleta ha sido una de las primeras autonomías del ser humano, algo absolutamente compatible con su esencia. Una manifestación no solo de equilibrio (hombre – máquina), también una muestra de poder y libertad. La bici es un juego en los niños, diversión en los jóvenes y un reto en los adultos. Pero particularmente cuando se consolida un proceso de madurez, después de los 40 años, el ciclismo para sus practicantes es un verdadero compromiso.
Es tanta la seriedad con que se pedalea en esta etapa de la vida que muchas veces se encuentran mejores desempeños que en ciclistas que están entre los 20 y 40 años. El deportista mayor de 40 años es disciplinado, ordenado en los entrenamientos y comprometido con su causa. De allí que sea capaz de presentar unos altos niveles de eficacia organizando su potencial.
Aunque también, y debido a un desbordado entusiasmo, existe el riesgo de la alienación y la obsesión compulsiva que pueden llevar a un deportista a descuidar aspectos fundamentales de su vida y entorno, particularmente familiar. La mayoría de los especialistas recomiendan andar en bicicleta como una forma integral de activarse físicamente, pero especialmente después de los 40.
Comenzar a montar en bici entre los 40 y 60 años ayuda a reducir los niveles de ansiedad y estrés o a fortalecer el sistema circulatorio además de que también te ayuda a mitigar las molestias y los problemas óseos que aparecen en el cuerpo con el paso de la edad.
Uno de los aspectos más valiosos que le aporta el ciclismo al cuerpo está relacionado con las denominadas edades biológicas. Aquellos ciclistas que siguen una rutina de entrenamiento y que pedalean de manera regular tienden a registrar una edad biológica de 15 y hasta 20 años menos respecto a la edad cronológica; un factor que permite que el cuerpo se mantenga mucho más sano, más competitivo, luzca mucho más joven y tenga una expectativa de vida más alta.
Sin embargo, comenzar a rodar en edades adultas puede ser complejo ya que no contarás con el mismo dominio y ritmo que el de un ciclista adulto que lleva toda su vida pedaleando. Ante este panorama, te aconsejamos que pongas en práctica las siguientes recomendaciones:
Antes que nada procura acudir al médico para realizarte un examen que te permita definir hasta qué nivel de exigencia puedes llegar en el ciclismo. Este resultado se obtiene con base en una prueba de esfuerzo, la cual comprueba cómo está el funcionamiento del corazón, la capacidad respiratoria, la presión, pulsaciones y tensión arterial.
Realizar estiramientos antes y después de las sesiones de pedaleo para lograr que los músculos se recuperen mucho más fácil.
Rodar a una velocidad moderada manteniendo un ritmo suave. La aparición de lesiones y calambres suelen ser un síntoma claro de sobreesfuerzo.
En cuanto a los tiempos, después de los 40 no es necesario salir a montar todos los días de la semana. Puedes planificar rutinas básicas montando como mínimo tres veces por semana durante 20 minutos por sesión. Si quieres aumentar el rendimiento puedes agregar un día más a tu rutina y pedalear cuatro días por semana durante 30 minutos con el objetivo de mejorar tu capacidad física. Por último, puedes anexar un día extra (5 veces) y realizar trabajos con pedaleos moderados entre 40 y 60 minutos si lo que buscas es adquirir un grado de competitividad mayor.
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